¿Dónde está nuestro error sin solución?: una panorámica del sector de la traducción

Hoy me he puesto filosófica y he decidido traeros una reflexión sobre los cambios que está atravesando el sector de la traducción en este momento. Si bien a primera vista parece que todo se resume a «IA c. Traductores», lo cierto es que la realidad es mucho más compleja. Muchos me habéis preguntado por la situación de nuestra profesión y cómo estamos viviendo los traductores autónomos esta incursión de la IA en casi todos los aspectos de la vida. Sin embargo, cada vez que intento explicar lo que está pasando me vienen más y más preguntas a la cabeza.

«Si no lo puedes explicar de forma sencilla, es que no lo has entendido bien» (Albert Einstein)

¡Y qué razón tenía el amigo Einstein! Por ello, me decidí a abrir ChatGPT (sí, la verdad es que no me había atrevido a abrirlo hasta ese momento) y a pedirle que tradujera un fragmento de un texto jurídico en inglés que se utiliza como prueba para entrar en el Cuerpo de Traductores e Intérpretes del Estado. Este fue el resultado:

A simple vista, puede parecer una traducción sin fisuras. Sin embargo, gracias a un Grado en Traducción, un Máster en Traducción Jurídica, ocho años de experiencia como traductora y una infinidad de pruebas para organismos, puedo decir que el producto de Sam Altman no ha aprobado el examen: a ChatGPT le falta el contexto que yo sí tengo. De esta forma, habla de ‘regímenes’, cuando en el ámbito del texto se habla de ‘sistemas jurídicos’, utiliza un calco del inglés con ‘actores privados’, lo que dificulta la comprensión del término (aquí estamos hablando de los particulares, de la gente de a pie); utiliza sin ton ni son la tercera persona y la primera del plural; ¡pero qué narices es un ‘arreglo preferido’! (el texto habla de cómo los particulares intentan socavar el sistema con transacciones que redundan en su propio beneficio); y ¿de verdad alguien puede entender algo con esa sintaxis y redacción?

Hay quién diría que el texto origen es enrevesado, pero es que la función del traductor es hacer que el destinatario entienda el mensaje: el traductor, gracias a su pericia, se lo da masticadito al cliente para que lo pueda utilizar en su práctica profesional: no para que lo tire inmediatamente a la basura, que es lo que haría si recibe el texto traducido por ChatGPT. Bueno, ¡pero entonces el traductor podría revisar el texto traducido por la máquina y entregar algo mejor!, ¿no? Pues, podría, pero como veremos luego, no es rentable para nadie.

Aquí podemos llegar a la conclusión de que el famoso ChatGPT no puede competir con el traductor. Entonces, ¿cuál es el problema? Pues, como he dicho antes, todo es más complejo de lo que parece y entran en escena varios actores que hay que tener en cuenta para saber exactamente qué está pasando en el sector. Para ello, os recomiendo que busquéis estudios de mercado sobre traducción que se están haciendo en este momento. Uno de ellos es el Estudio de mercado de los servicios lingüísticos en España que han llevado a cabo APROSET y ANETI (en lo sucesivo, el «Estudio»). Gracias al Estudio, he podido tener acceso a las entrevistas que han hecho a profesionales autónomos, empresas de traducción y organismos contratantes, lo que me ha llevado a una serie de conclusiones que he agrupado en cinco grandes bloques: volumen de negocios del sector; situación actual del sector; malas condiciones de los profesionales autónomos; tecnología; y perspectiva de la empresa contratante.

1. Volumen de negocios del sector

Según datos de CSA Research (2023), se estima que el volumen de negocios internacional del sector de la traducción asciende a algo más de 50 000 millones de dólares estadounidenses. Este dato contrasta con otra información que se muestra en el Estudio, ya que se indica que, en el año 2023, se encontraban activos 9796 proveedores de servicios lingüísticos, de los cuales un 88,9 % eran autónomos, cuyo salario medio se sitúa en 23 679 euros.

Veis por dónde van los tiros, ¿no? La diferencia entre la facturación y el salario medio de los autónomos es abismal. Nada más que añadir, su señoría.


2. Nuevos cambios en el sector

Asimismo, en el Estudio se resalta que «el mercado está sufriendo tensiones por la existencia de modelos de bajo coste sustentados por aplicaciones informáticas de traducción e interpretación automáticas». Por otro lado, se subraya que «las empresas contratantes presionan para conseguir servicios cada vez más cualificados y personalizados, lo que parece impulsar a escala global la concentración de las empresas que prestan servicios lingüísticos».

Otro dato que me llamó la atención en este sentido fue que el margen operativo era muy limitado para más de una cuarta parte de las empresas de traducción, lo que les obliga a facturar una gran cantidad de trabajos para mantener la rentabilidad de la empresa. En el Estudio también se indicó que «a dicha presión se le ha sumado la rápida evolución que han experimentado las soluciones tecnológicas basadas en la inteligencia artificial (IA)».

Por otro lado, si bien no constituye un cambio, me gustaría introducir aquí que la falta de conocimiento sobre el sector, tanto en empresas públicas como privadas, que lleva a que solo se valore el factor económico en los presupuestos y licitaciones, lo que ha dado lugar a una guerra de precios.

Es decir, que si sumamos al bajo salario medio de los profesionales autónomos una situación de cambio continuo que obliga a las empresas de traducción a concentrarse (fusiones y adquisiciones), a facturar una gran cantidad de trabajos, y a competir con modelos tecnológicos de bajo coste, lo que nos queda es un panorama bastante desalentador que requerirá de un esfuerzo conjunto de todos los operadores del sector.


3. Malas condiciones laborales de los profesionales

Supongo que esto os sonará si pertenecéis al gremio o si tenéis algún conocido que se dedique a este sector. No obstante, nunca está de más repetirlo, ya que las malas condiciones laborales que llevan sufriendo muchos traductores autónomos durante años son la causa principal que les lleva a abandonar la profesión. En el Estudio se incluye «la proliferación de nuevos profesionales y empresas con absoluta disponibilidad los 365 días del año, con unos estándares profesionales menos exigentes en cuanto a calidad del servicio, con sedes en países con costes salariales menores y con políticas fiscales menos gravosas» como uno de los factores que influye en que los profesionales puedan establecer sus propias tarifas y hacer frente a los cortos plazos de entrega.

En un mundo en el que la inflación parece que no desiste, no es casualidad que la mayoría de los encuestados afirmaran no estar contentos con su remuneración. En este contexto, cabe destacar además que, según el Estudio, «casi un 70 % de los encuestados afirman obtener menos de un 25 % de sus ingresos totales de los clientes directos, por lo que las empresas de servicios lingüísticos son sus principales fuentes de ingresos».

Entonces, podemos afirmar que, según el estudio, el 70 % de los profesionales no está contento con su situación, que se debe principalmente al estancamiento de las tarifas, a problemas con los intermediarios (las empresas de traducción) y a los cambios tecnológicos. Sobre este último punto, me gustaría añadir que en el Estudio se afirma que estos cambios tecnológicos se están asimilando, tanto por los profesionales independientes, como por todo el sector, lo cual me extraña un poco, la verdad.


4. Tecnología

Respecto a la tecnología, de nuevo, me extraña la forma en la que en el Estudio se indica que los cambios tecnológicos parecen aceptarse razonablemente bien (hasta el punto de que se afirma que los cambios constituyen una oportunidad), ya que no es mi percepción. Personalmente, no tengo miedo a la tecnología (llevo formándome en tecnologías de traducción asistida desde 2014), pero sí que me causa pavor el uso indiscriminado que lleva a una precarización del sector. Quizás, no es tanto la tecnología, sino quién la usa, cómo se usa, para quién se usa y desde dónde se impone este uso.

Por el momento, no me interesa introducir la IA generativa como herramienta de traducción asistida, ya que se ha comprobado que sigue en pañales (lo habéis visto al principio de esta entrada), y además todavía no sabemos cómo se va a regular y qué efectos tendrá sobre la sociedad, la economía y el medio ambiente. Además, creo que el traductor que la use para poseditar tiene que saber primero traducir bien: ¿acaso le pediríamos a un programador web que revisara el código publicado por una máquina sin haber aprendido antes a programar desde cero? o ¿acaso un programador estaría interesado en hacer esta tarea en vez de CREAR el propio código?

Por otro lado, en el Estudio se indica que «la inteligencia artificial parece ser la mejor opción para trabajos de tipo generalista»: me gustaría ver cómo hace ChatGPT una traducción generalista de las que se ponen en los exámenes típicos de traducción para organismos internacionales. Pero, sin lugar a dudas, con el dato con el que me quedo en este sentido es el siguiente: «el principal motivo de su uso es el económico, si bien se puede intuir que también se utiliza para resolver de manera más rápida las entregas ». Entonces, ¿a quién ayuda aquí la tecnología? ¿al traductor o a la empresa contratante?

Con lo que sí que estoy de acuerdo (más que nada porque está pasando ya), es que en el futuro, «el mercado se va a dividir en dos tendencias: por un lado, servicios con alto nivel de automatización, económicos y baratos […]; y por otro, sistemas VIP o de alta calidad, en la línea de la transcreación y la localización». Dejadme aclararos que todo traductor que se precie lleva a cabo tareas creativas de transcreación y localización, ya que es algo intrínseco a nuestra labor y la máquina no puede competir con eso.


5. Lo que dicen las empresas contratantes

Me ha parecido muy interesante conocer la opinión de las empresas que contratan servicios de traducción, ya que resulta muy útil ponerse en la piel del otro para contar con todas las piezas del rompecabezas. Así, en el estudio se indica que estas empresas contratantes «prefieren tener como proveedores a empresas más que a profesionales autónomos». Respecto al modo de contratación, me ha sorprendido leer que en casi la mitad de los casos la responsabilidad la tiene directamente la dirección de la empresa y que se suele hacer de forma directa a su empresa habitual, sin realizar concursos, sin entrar en procesos de selección ni utilizar recomendaciones.

Como contraposición, en el Estudio se observa que «las empresas contratantes tienen una cierta preocupación por la bajada del nivel de la calidad del servicio de la traducción en España respecto al que había hace algunos años». Según expresan, «la presión por el precio y la competencia han traído consigo una bajada en los niveles mínimos de calidad: donde antes no se utilizaba traducción automática o era difícil o no se recomendaba ahora se está empezando a utilizar […] y la traducción automática se está utilizando de forma masiva, con lo cual, ahí hay un cambio, un impacto brutal».

Como veis, esto último ya no lo digo yo, sino que lo dice el cliente. Al fin y al cabo, los traductores y los clientes compartimos esta preocupación y valoramos un buen trabajo de traducción. Entonces, ¿cuál es el problema? Quizás, la falta de conocimiento sobre el sector que hay entre los clientes es lo que les lleva a contratar a proveedores que no son los indicados para su empresa. Por ello, los traductores nunca deberíamos cejar en nuestro empeño de compartir el gran valor que aportamos al tejido económico internacional y de afirmar que sin nosotros es imposible contar con calidad en las traducciones.


Reflexión final

Me gustaría terminar esta entrada con una pequeña reflexión que engloba todas estas ideas sobre el sector en la actualidad. Así, teniendo como contexto un panorama desalentador y unas malas condiciones laborales para los profesionales, resulta imprescindible que se instaure una nueva hoja de ruta para todos los operadores del sector. La preocupación por la bajada de la calidad, que compartimos tanto traductores como clientes, debería hacer que nos preguntáramos qué está fallando en el sector, si la IA es la culpable o si, en realidad, lo somos todos un poco. Animo a académicos y profesionales del sector para que lleven a cabo estudios como este y os recomiendo a todos su lectura con el fin de poder reflexionar de forma calmada sobre lo que está ocurriendo. Finalmente, me gustaría recomendaros otro artículo que he leído también para informarme sobre el estado de la cuestión: Neoliberal Practices Endangering the Sustainability of the Translation Profession: Non-Standard Forms of Work, Labor Monopsonies, and Technology as a Catalyst for Precarization (Oliver Carreira).

¡Hasta la próxima!

Foto de María Diéguez

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