“El traductor es un artesano de la palabra”, Umberto Eco.
Hoy aprovecho para escribir en este blog y despedir a un gran escritor, filósofo y lingüista: Umberto Eco. Desde que comencé la carrera de traducción me topé con millones de citas y tratados sobre esta materia. Con algunos estaba de acuerdo, con otros no, y en muchas ocasiones me pareció que se veía a la traducción como una utopía y que nunca se podía llegar a esa traducción perfecta e irremplazable.
Siempre se ha visto a nuestra profesión desde los prismáticos de la crítica más dura, y aunque esto nos ha hecho esforzarnos más y más, llegó un momento en el que me invadió una profunda decepción y amargura. Hasta que leí a Umberto Eco, y pensé, al fin y al cabo ¡los traductores no somos tan malos! Para mí, Eco creó un mundo nuevo en el que se dejaban atrás las ideas sobre que la traducción debería ser idéntica al original, y se empezaba a reconocer que el texto traducido era una transformación del original y que por lo tanto decía CASI lo mismo que el texto original.
Umberto Eco, gracias a la experiencia de haber sido traducido y estar en contacto con sus traductores, así como a haberse leído traducido mientras él mismo traducía a su vez (lo sé, es todo muy enrevesado), ha podido reflexionar sobre este tipo de trabajo lo que dió lugar a la publicación de su libro “Decir casi lo mismo: la traducción como experiencia”. Gracias a estas reflexiones, Eco nos mostró la importancia de que el texto traducido produjera el mismo efecto que el original: nuestro famoso equivalente funcional.
A su vez, Eco se preguntaba dónde estaba el límite que marcaba la alteración del texto original por parte de la traducción hasta el punto de volverse otra cosa. Como bien indicaba, lo que existe en cada traducción es una negociación en la que se intenta entender cómo, aun sabiendo que no se dice nunca lo mismo, se puede decir casi lo mismo produciendo unos efectos análogos en el lector de la traducción.
Al fin y al cabo, lo más importante es esta negociación entre traductor y lector cuyo resultado final es hacer sentir al lector de la misma forma como si hubiera leído el original. O al menos, eso es lo que pienso yo de la traducción y así intento hacer con cada encargo. Gracias Umberto Eco, filósofo de la traducción.
Descansa en paz.
¿Eres un friki de la traducción? Entonces no te pierdas la página de recursos sobre traducción de Boundless Translation: Traducción.